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SE MUEVE EL AJEDREZ POLÍTICO Y PUEDE HABER UN JAQUE MATE.

  • Foto del escritor: EFRAIN MARINO
    EFRAIN MARINO
  • hace 3 minutos
  • 3 Min. de lectura

Por: Efraín Marino – Presidente Corprensa Colombia @efrainmarinojr

Hay días, por no decir siempre, en que la política parece un tablero de ajedrez. Las piezas se mueven despacio, se estudian, se tantean, se anticipan dos, tres o más movimientos… hasta que en una jugada, solo una, cambia todo el juego.

Eso acaba de pasar en Colombia tras la consulta interna del Pacto Histórico. El triunfo de Iván Cepeda no solo le dio un nuevo aire al progresismo, sino que también puso a girar el tablero completo, en silencio, empezó la partida hacia el 2026.

La izquierda, que parecía perder el impulso que la llevó a Palacio hace dos años, ha recuperado algo de orden; la estructura sigue viva, aunque la emoción ya no es la misma, el fuego del 2022 se apagó un poco, pero las brasas siguen calientes, solo falta un poco de viento y en política sopla frecuentemente

Mientras el Pacto recompone filas, la derecha atraviesa una tormenta interna, hay demasiados liderazgos, o para mi concepto “muchos egos”, para tan pocos votos consolidados, cada sector jala hacia su orilla: los conservadores buscan identidad, los liberales coquetean con el centro, y el uribismo intenta renacer con un heredero que no viene de sus bases y eso genera picazón entre los caciques políticos.

La liberación judicial de Álvaro Uribe Vélez, su líder más emblemático, agitó el tablero como un relampago, volvió la esperanza a su base, sí, pero también el rechazo en el otro extremo. Uribe es una figura que une y divide con igual fuerza, su regreso puede reavivar el fervor de los fieles, pero también despertar a ese voto silencioso que vota “en contra”; como se viene votando las últimas décadas, y si la derecha no logra una causa común, sus votos podrían dispersarse como piezas sueltas sobre un tablero sin estrategia, en un país de rondas electorales, de “compra y venta de votos y de conciencias”, esa dispersión podría ser letal.

En el frente progresista, Iván Cepeda representa otra forma de hacer política: menos estridente, más reflexiva, más institucional, su perfil, aunque polémico, ha sido siempre muy político y sabe nadar en esas aguas, puede atraer a sectores moderados que se alejaron del petrismo, sin romper con las banderas sociales. Pero hay un factor adicional: el eventual respaldo de Carolina Corcho y Daniel Quintero, si ambos se suman, el Pacto podría recuperar la narrativa de cambio, esta vez con rostros distintos.

Corcho, con su discurso técnico y social, y Quintero, con su conexión emocional con el pueblo, podrían aportar mas de un millón de votos adicionales, y sobre todo, un mensaje de unidad; a veces no se trata solo de sumar votos, sino de volver a encender una llama.

Vamos a especular con los guarismos y cifras que a todos les gusta: Las matemáticas políticas nunca son exactas, pero dejan entrever tendencias.

Con base en los 22,6 millones de votantes que participaron en la segunda vuelta de 2022, el país podría enfrentar tres posibles panoramas en 2026:

1. Derecha dividida: el Pacto Histórico alcanzaría cerca del 34 % (7,7 millones de votos), suficiente para colarse a segunda vuelta.

2. Derecha unida: podría subir al 45 % (10,2 millones), mientras el Pacto bajaría a 30 % (6,8 millones). Habria segunda vuelta

3. Alianza Corcho–Quintero–Cepeda: el bloque progresista podría recuperar terreno y llegar al 38 % (8,6 millones) frente a una oposición con 40 % (9 millones). También tendríamos segunda vuelta.

El mensaje es claro: la unidad —no la ideología— será el jaque mate del 2026. La derecha podría perder por dispersión. La izquierda, por cansancio.

La consulta del Pacto fue más que una elección: fue una radiografía del momento político, la izquierda conserva estructura, la derecha conserva base, y el centro sigue buscando voz; pero el país ya no es el mismo. Petro no estará en la boleta, y el voto joven —el que vibra más que razona— será decisivo. Colombia entra en una transición de liderazgo, y el electorado ya no busca solo promesas: busca certeza, carácter y resultados, el reto, para todos, será conquistar la confianza sin recurrir al miedo, ganará quien sepa hablarle al ciudadano común, no al fanático.


En suma; El ajedrez político se mueve, cada jugada revela ambición, estrategia o desesperación. El país observa con una mezcla de escepticismo y esperanza, porque más allá de los colores, todos saben que lo que está en juego no es solo quién gobierna, sino qué rumbo tomará Colombia en la próxima década. Aún no hay jaque mate, pero alguien ya movió el alfil, y el rey empieza a sentirse acorralado.

 
 
 
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